Reproducción sexual y meiosis como factores de variabilidad genética
La reproducción asexual es la más antigua desde el punto de vista
evolutivo. Las bacterias y los primeros protistas se reproducían y daban lugar
a descendientes idénticos a ellos. Este estilo de reproducción tiene la ventaja
de que es sencillo, no requiere la búsqueda de pareja, es muy rápido y genera
un enorme número de des-endientes a partir de un solo individuo. Sin embargo,
esto trae consigo una desventaja: los descendientes son siempre iguales a sus
progenitores y si las condiciones ambientales llegaran a cambiar sería muy
difícil adaptarse y sobrevivir. Por ejemplo, imagina que tienes un campo de
plantas de uva, un viñedo; las plantas provienen de una misma planta madre y
son genéticamente idénticas. Si llegara a atacarlas una enfermedad causada por
cierto tipo de bacteria, todas serían igualmente susceptibles a ella y no habría
posibilidades de supervivencia; en cambio, si hay variabilidad genética y todas
se hubiesen desarrollado a partir de distintas semillas, cabría la posibilidad
de que algunas tuvieran resistencia a la enfermedad y pudieran sobrevivir y
transmitir dicha característica a sus descendientes. Así es como funciona la
selección natural: mientras mayor variedad de individuos haya en una población
determinada, mayores posibilidades habrá de que se adapten a los cambios que
pudieran darse en el medio ambiente. Esa variedad se logra a través de la reproducción
sexual, en la que los organismos intercambian
su material genético y se recombinan. Como
recordarás, hemos mencionado que el proceso de meiosis genera células
diferentes en las que hay combinaciones diversas de genes, de esa manera, la
meiosis favorece la evolución. Cabe mencionar que la variabilidad genética es
tan importante, que en el caso de los organismos que tienen reproducción
asexual existen algunos mecanismos que les han permitido tener cambios
genéticos. Estos mecanismos son la mutación, y en algunos casos muy específicos
los procesos de conjugación en los que los individuos intercambian material genético.
Sin embargo, estos cambios se dan de manera azarosa, en un bajo porcentaje en
las poblaciones. Por esta razón, podríamos decir que la meiosis y la
reproducción sexual son el principal motor que mueve a la evolución. Observa a
tus compañeros en clase: verás que algunos son más altos, otros más bajos,
algunos son más corpulentos y otros más delgados; y si analizáramos su
resistencia al frío, al calor o a las enfermedades, veríamos que hay entre
todos una gran diversidad. Eso es lo que permite que una especie no se extinga
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