El alcohol es la droga de la que más se abusa en todo el
mundo. Lamentable-mente causa 40% de accidentes automovilísticos fatales,
homicidios, suicidios e intensifica uno de los fenómenos sociales más graves:
la violencia intrafamiliar.
El alcohol que es ingerido pasa del intestino a la sangre y
de allí al cerebro, donde empieza a actuar. Luego pasa al hígado, donde es
metabolizado. Sus efectos se dejan ver al momento del consumo en el sistema nervioso
central, el cual va disminuyendo sus actividades de acuerdo con la dosis
recibida; la persona va perdiendo progresivamente la capacidad de hablar, de
mantenerse en pie, hasta que una dosis muy elevada ingerida rápidamente puede
causar estado de coma o la Muerte instantánea.
El alcohol, además, tiene efectos a largo plazo: va dañando
gradualmente el hígado —puede provocar cirrosis, que es una enfermedad mortal—.
También causa daño al páncreas y al estómago. Se ha demostrado recientemente que
tres bebidas
alcohólicas a la semana incrementan 50% el riesgo de cáncer
mamado, y que una mujer que ingiere alcohol durante el embarazo puede dar a luz
hijos con graves defectos congénitos, entre ellos el retraso mental.
En el país hay seis millones de alcohólicos, en tanto que 77
por ciento de la población ingiere bebidas embriagantes, y de acuerdo con datos
de la Secretaría de Salud, cada año 1.7 millones de mexicanos engrosan las
filas del alcoholismo.
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