La
 teoría simbiótica de la evolución postula que hay tres organelos de la 
célula eucariota moderna que corresponden a los remanentes  de
 células procariotas que en un pasado remoto se fusionaron formando una 
endosimbiosis con otras células; mitocondrias, cloroplastos y los 
flagelos, los cuales ahora aparecen simplificados. Esta estrecha 
asociación entre especies ha sido, según Lynn Margulis afirmó en 1971, 
el origen de las células eucariotas actuales. En otras palabras, hace 
entre 800 y 500 millones de años o quizá 2000, durante el periodo proterozoico,
 una célula engulló a otra sin digerirla y se benefició de esta 
situación, formando la célula eucariota que hoy conocemos. Uno de los 
casos fue el de la mitocondria, la cual, según esta teoría, debió ser 
una bacteria aerobia que se unió a una anaerobia dándole la capacidad a 
esta de funcionar con el oxígeno atmosférico y generando un nuevo 
individuo de una nueva especie. Igualmente, un organismo semejante a las
 espiroquetas se asoció con esta nueva célula dándole un mecanismo de 
movilidad que posteriormente se transformó en los flagelos. Los 
cloroplastos, según propuso Andreas Schimper en 1893, tienen capacidad 
fotosintética debido a que quizá proceden de cianobacterias (aún 
existentes y fotosintéticas), Ivan Wallin y Kostantin  S.
 Mereschovky presentaron hipótesis que afirmaban que una fusión entre 
bacterias diferentes originó la célula eucariota actual. Trabajos como 
estos y los de Paul Portier, sirvieron como apoyo a Margulis.
Un elemento posiblemente a favor es el que las mitocondrias y cloroplastos contengan ADN circular bicatenario propio y su semejanza con las bacterias tanto de tamaño como de estructura y composición. Otra cosa a favor es la hipótesis del hidrógeno, sugerida por William Martin y Miklós Müller en 1998, en la que se explica cómo “una archaea metanógena que utilizaba hidrógeno y dióxido de carbono, produciendo metano, y una bacteria anaerobia facultativa… comenzaron una relación simbiótica basada en la dependencia de hidrógeno del huésped…”
Una explicación diferente de cómo surgieron mitocondrias y cloroplastos dice que todo inició con una compartimentación en el interior de las células. Una pregunta pone en duda la teoría simbiótica; ¿por qué se produjo la simbiosis en aquel momento (proterozoico) y no en otro?
Un elemento posiblemente a favor es el que las mitocondrias y cloroplastos contengan ADN circular bicatenario propio y su semejanza con las bacterias tanto de tamaño como de estructura y composición. Otra cosa a favor es la hipótesis del hidrógeno, sugerida por William Martin y Miklós Müller en 1998, en la que se explica cómo “una archaea metanógena que utilizaba hidrógeno y dióxido de carbono, produciendo metano, y una bacteria anaerobia facultativa… comenzaron una relación simbiótica basada en la dependencia de hidrógeno del huésped…”
Una explicación diferente de cómo surgieron mitocondrias y cloroplastos dice que todo inició con una compartimentación en el interior de las células. Una pregunta pone en duda la teoría simbiótica; ¿por qué se produjo la simbiosis en aquel momento (proterozoico) y no en otro?
Bibliografía:
 
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